Javier Junceda Moreno (España)
Universidad Internacional de Cataluña
SUMARIO: I. Introducción; II. El problema social y el arbitraje ambiental; III. Las actividades productivas ante el derecho ambiental. El ejemplo de las actividades extractivas; IV. Los mecanismos internacionales.
I. Introducción
Desde su formal descubrimiento por Francisco de Orellana el 12 de febrero de 1542 hasta nuestros días, el Amazonas ha debido sortear notables riesgos en su biodiversidad, siempre como consecuencia del avance imparable del desarrollo económico y las diferentes necesidades humanas.
Desde su nacimiento peruano en Nauta, recibiendo las aguas del Lloqueta, Apurímac, Ene, Tambo, Ucayali, Marañón, y un millar de afluentes más, el Amazonas continúa transportando más agua que los ríos Misisipi, que el Nilo y Yangtze juntos: un colosal volumen de agua dulce que en promedio anual asciende hasta los 300.000 m³/s en la temporada lluviosa, nada menos que la quinta parte del agua dulce que se vierte a los cinco océanos.
Pero no sólo hablamos del mayor río.
También lo hacemos de la zona de tierra que baña, la más grande selva del mundo al este de los Andes, el primer sumidero de carbono del planeta, la casa donde habitan no menos de 2,5 millones de especies de insectos, decenas de miles de plantas y unos 2.000 aves y mamíferos, albergando hasta una quinta parte de todas las especies de aves del mundo o la mayor diversidad de especies vegetales de la Tierra: 1 km² puede contener hasta 75.000 tipos distintos de árboles y unas 150.000 especies de plantas, así como 90.000 toneladas de biomasa vegetal. La selva amazónica, pues, constituye la décima parte de todos los bosques del planeta, siendo el principal filtro atmosférico que poseemos.